Mi querida Lali, Hoy, a casi un año desde tu partida, siento la necesidad de escribirte estas palabras para expresar todo lo que significaste en mi vida. A lo largo de los 27 años que compartimos, lograste dejar una huella imborrable en mi corazón. No hay un solo día en el que no te recuerde con profundo amor y gratitud. Fuiste más que una fonoaudióloga para mí; fuiste una guía, una inspiración, y, sobre todo, una segunda madre . No solo me enseñaste a comunicarme mejor, sino que, con esfuerzo y determinación, cualquier barrera puede ser superada. A través de tus enseñanzas, me diste la confianza para enfrentar el mundo, para no dejarme vencer por las dificultades que la sordera podía presentar. Recuerdo con claridad cada sesión, cada momento en el que me alentabas a seguir adelante, aunque a veces parecía imposible. Fuiste exigente, sí, pero esa exigencia venía del amor y la profunda convicción de que podía lograr grandes cosas. Gracias a tu incansable esfuerzo y dedicación,
Este post va dedicado para mis padres que me apoyaron y me acompañaron durante todo este proceso difícil y sobre todo desgastante para mí. Mi madre Susana se caracteriza por ser una mujer muy sensible, que demuestra su amor mediante la atención, la que se asegura que estés bien y sano. Es el tipo de madre que se queda con vos toda la noche a tu lado cuando estas enfermo, la que prefiere comprarte ropa o accesorios en vez de comprarse algo para ella. Por el otro lado, mi padre Carlos es muy divertido, es el que se queda a jugar con vos a las cartas, al jenga, a dígalo con mímicas, a los juegos de trivias, etc. Siempre fue muy cariñoso conmigo, él me considera como la “nena de papá” aún teniendo 27 años. Definitivamente mis padres, juntos, son un gran equipo. Tengo en mi mente un recuerdo en el cual yo tenía 5 años cuando me tenían realizar la primera cirugía, mis padres pidieron entrar al quirófano y estar a la par mía con el fin de que yo me sienta acompañada y segura